IA en hospitales: enfermeras contra la automatización

A medida que los hospitales lidian con la escasez y el agotamiento de enfermeras, la inteligencia artificial se implementa cada vez más para automatizar tareas y ayudar en la atención al paciente. Sin embargo, este cambio está provocando una reacción de los sindicatos de enfermería y algunas enfermeras que se preocupan por el potencial de la tecnología para anular el juicio profesional y comprometer la seguridad del paciente.

El auge de la inteligencia artificial (IA) está transformando rápidamente la atención médica, particularmente dentro de los hospitales, y su impacto más visible es la aparición de enfermeras de IA diseñadas para automatizar tareas tradicionalmente realizadas por enfermeras y asistentes médicos humanos. Empresas como Hippocratic AI están ofreciendo estos programas de IA, que pueden brindar soporte las 24 horas del día, los 7 días de la semana, comunicación multilingüe y un comportamiento tranquilo y tranquilizador, características que imitan las cualidades de una enfermera humana. Sin embargo, este cambio tecnológico está generando una importante resistencia por parte de los sindicatos de enfermería y algunos profesionales de la salud, quienes expresan su preocupación por la posibilidad de que la IA anule la experiencia de las enfermeras y degrade la calidad de la atención al paciente.

El argumento central de los sindicatos de enfermería, ejemplificado por National Nurses United, el sindicato de enfermería más grande de los EE. UU., se centra en la creencia de que los hospitales están utilizando estratégicamente la IA para automatizar, descalificar y, en última instancia, reemplazar a los cuidadores. Michelle Mahon, en representación del sindicato, declaró: “Los hospitales han estado esperando el momento en que tengan algo que parezca tener suficiente legitimidad para reemplazar a las enfermeras”. Este sentimiento se refleja en más de 20 manifestaciones organizadas por el sindicato en todo el país, que abogan por la participación de las enfermeras en la implementación de la IA y la protección contra la disciplina cuando se ignora el asesoramiento automatizado. La reciente sugerencia del secretario de salud entrante, Robert F. Kennedy Jr., de que las enfermeras de IA podrían ser “tan buenas como cualquier médico” y la creencia del Dr. Mehmet Oz de que la IA puede “liberar a los médicos y enfermeras de todo el papeleo” han amplificado aún más estas ansiedades.

La implementación práctica de la IA en los hospitales está demostrando tanto beneficios potenciales como desafíos importantes. Los hospitales están experimentando con una variedad de tecnologías, incluidos sensores, micrófonos y cámaras de detección de movimiento, vinculados a los registros médicos electrónicos para predecir problemas médicos y dirigir la atención de las enfermeras. Un ejemplo preocupante ocurrió en Dignity Health en Henderson, Nevada, donde Adam Hart, una enfermera de la sala de emergencias, recibió instrucciones del sistema informático del hospital para administrar inmediatamente una gran dosis de líquidos intravenosos a un paciente recién llegado marcado por sepsis. Hart, sin embargo, reconoció que el paciente se estaba sometiendo a diálisis y conocía los riesgos de la sobrecarga de líquidos. A pesar de plantear sus inquietudes a la enfermera supervisora, se le indicó que siguiera el protocolo estándar. La intervención de un médico finalmente evitó un resultado potencialmente dañino. La experiencia de Hart destaca un punto crucial: “Hay que mantener la mente activa, por eso te pagan como enfermera. Entregar nuestros procesos de pensamiento a estos dispositivos es imprudente y peligroso”.

La realidad para muchas enfermeras que utilizan sistemas de IA es una avalancha constante de falsas alarmas, que a veces malinterpretan funciones corporales básicas, como las deposiciones, como emergencias. Melissa Beebe, una enfermera de oncología en el Centro Médico de la UC Davis, describe la situación como “difícil incluso saber cuándo es precisa y cuándo no, porque hay demasiadas falsas alarmas”. Esta interrupción constante y la necesidad de verificar las alertas restan capacidad a las enfermeras para concentrarse en la atención al paciente y pueden provocar un aumento del estrés y el agotamiento, irónicamente los mismos problemas que la IA pretende aliviar.

A pesar de estas preocupaciones, los hospitales están explorando la IA para abordar la escasez crítica de personal y mejorar la eficiencia. Estados Unidos se enfrenta a una grave escasez de enfermeras, exacerbada por la pandemia de COVID-19, donde se estima que 100.000 enfermeras abandonaron la fuerza laboral. Las proyecciones indican la necesidad de más de 190.000 nuevas enfermeras anualmente hasta 2032. Ante esta tendencia, los administradores de hospitales ven la IA como una herramienta para ayudar a las enfermeras y los médicos a recopilar información y comunicarse con los pacientes, en lugar de como un reemplazo de la interacción humana.

En la Universidad de Ciencias Médicas de Arkansas en Little Rock, la IA se utiliza para automatizar cientos de llamadas cada semana para preparar a los pacientes para la cirugía, confirmando las recetas, las afecciones cardíacas y otra información relevante. El desafío era contactar eficientemente a los pacientes, muchos de los cuales solo respondían llamadas por la noche. Se implementó Qventus, un asistente de IA, para manejar estas llamadas, con total transparencia de que los pacientes podrían estar hablando con una IA. El Dr. Joseph Sanford, que supervisa la TI de salud del centro, enfatizó la importancia de ser “totalmente transparente con nuestros pacientes de que a veces están hablando con un humano y a veces no”.

Más allá de las tareas administrativas, los desarrolladores de IA están visualizando un papel más importante para su tecnología en la interacción directa con el paciente. La startup israelí Xoltar está desarrollando avatares con apariencia humana que realizan videollamadas con pacientes, actualmente trabajando con la Clínica Mayo en un asistente de IA para el manejo del dolor crónico y otro para ayudar a los fumadores a dejar de fumar. Las pruebas iniciales muestran que los pacientes pasan aproximadamente 14 minutos hablando con estos programas, que pueden analizar expresiones faciales, lenguaje corporal y otras señales. Sin embargo, los expertos advierten que tales programas pueden ser más adecuados para pacientes relativamente sanos y proactivos, no para los individuos complejos y, a menudo, con enfermedades agudas que constituyen la mayoría de los consumidores de atención médica.

Los expertos en enfermería que estudian la IA reconocen el potencial de aumento, pero enfatizan la importancia de una cuidadosa consideración. Michelle Collins, decana de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Loyola, cree que sería “una tontería dar la espalda a esto por completo”, abogando por abrazar las capacidades de la IA al mismo tiempo que se tiene cuidado de reemplazar el elemento humano. La clave radica en reconocer las limitaciones de la IA, particularmente su incapacidad para captar señales sutiles como las expresiones faciales y los olores que las enfermeras experimentadas observan de forma rutinaria. En última instancia, la integración de la IA en la atención médica requiere un enfoque equilibrado, que priorice la seguridad del paciente y garantice que la tecnología sirva para mejorar, no para disminuir, el papel vital de las enfermeras humanas.

El auge de la IA en hospitales promete eficiencia y aborda la escasez de personal, pero las enfermeras se oponen a su potencial para desprofesionalizar sus roles y comprometer la atención al paciente. Si bien la IA puede ayudar con tareas y ofrecer apoyo, el elemento humano crucial —la intuición de las enfermeras y su capacidad para reconocer señales sutiles del paciente— sigue siendo insustituible. En el futuro, es esencial una consideración cuidadosa y una supervisión sólida para garantizar que la IA sirva como una herramienta para aumentar, no reemplazar, la experiencia de los profesionales de la salud.


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